martes, 15 de marzo de 2016

Reflexiones de Semana Santa

En la Semana Santa conmemoramos la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Para los cristianos, la Semana Santa resume el misterio de la redención divina del género humano. La liturgia de la semana está enmarcada en la conmemoración de tres eventos principales: 1) la aclamación de Jesús a su entrada en Jerusalén – que se celebra el Domingo de Ramos-, 2) la Pasión y Muerte de Jesús -que celebramos desde el jueves en la noche, pero, sobre todo, el Viernes Santo- y 3) la Resurrección, que celebramos el Domingo de Pascua. Esta conmemoración nos invita a todos -incluso a los no cristianos- a profundas reflexiones sobre el sentido de nuestra vida y de cómo debemos vivirla. Y en esa reflexión, Jesús se presenta como el ejemplo por excelencia. Todos tenemos una misión en la vida. Como madre o padre, como hijo o hija, tía, abuelo, trabajador, estudiante, profesional, ministro, líder comunitario, sacerdote, religioso… lo que sea. Cada uno puede tener una misión distinta en la vida, pero el denominador común es que todos estamos llamados a cumplirla haciendo el bien a los demás y respetando nuestros valores. Jesús llevó a cabo su misión y nos invita a que nosotros hagamos lo mismo. Tenemos que perseverar y llevar a cabo nuestra misión a pesar de las adversidades. A veces nos cansamos, nos desanimamos, nos desilusionamos ante la crítica de los demás. Pero Jesús nos enseña que tenemos que sobreponernos a las adversidades y seguir adelante. A veces aquellos a quienes más amamos no entienden, nos hieren o nos traicionan. Eso le pasó a Jesús: el Domingo de Ramos lo aclamaron y el Viernes Santo le crucificaron. Pero, ¿qué hizo Él? Perdonó a todos y siguió adelante con su misión. Jesús nos invita a que nosotros hagamos lo mismo. Finalmente, si cumplimos nuestra misión obtendremos nuestra recompensa. Jesús cumplió su misión y con su Resurrección el Domingo de Pascua logró redimirnos a todos para la vida eterna. El buen padre y la buena madre que cumplen su misión de educar bien a sus hijos reciben su recompensa cuando ven a esos hijos e hijas convertirse en hombres y mujeres de bien. El buen estudiante recibe su recompensa cuando sale bien en sus estudios y echa adelante. El buen trabajador recibe su recompensa no solo con su jornal semanal sino con la contribución que hace a diario hacia a sus compañeros y en su lugar de trabajo. El ministro o el líder comunitario que cumplen su misión reciben su recompensa en la contribución que hacen a que todos vivamos en una mejor sociedad. Los religiosos en la vida consagrada, sacerdotes de comunidades y clero diocesano que cumplen su misión de evangelizar ya sea en las mismas fronteras personales o yendo a las periferias reciben su recompensa cuando esa llama llega a su corazón, se van transformando y se va extendiendo a más personas. Todos, cristianos y no cristianos, bien sea en el templo o compartiendo en familia, podemos y debemos sacarle provecho a estas enseñanzas que hace dos mil años Jesús nos dejó de manera tan amorosa y sacrificada aquella primera Semana Santa. - See more at: http://www.javerianacali.edu.co/reflexiones-de-semana-santa#sthash.V1R7cYyB.dpuf

Y dónde escondieron la felicidad?

Un poco antes de que la humanidad existiera, se reunieron varios duendes para hacer una travesura. Uno de ellos dijo: "Debemos quitarles algo, pero, ¿qué les quitamos?". Después de mucho pensar uno dijo: "¡Ya sé!, vamos a quitarles la felicidad, pero el problema va a ser dónde esconderla para que no la puedan encontrar". Propuso el primero: "Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo", a lo que inmediatamente repuso otro: "no, recuerda que tienen fuerza, alguna vez alguien puede subir y encontrarla, y si la encuentra uno, ya todos sabrán donde está". Luego propuso otro: "Entonces vamos a esconderla en el fondo del mar", y otro contestó: "No, recuerda que tienen curiosidad, alguna vez alguien construirá algún aparato para poder bajar y entonces la encontrará". Uno más dijo: "Escondámosla en un planeta lejano a la Tierra". Y le dijeron: "No, recuerda que les dimos inteligencia, y un día alguien va a construir una nave en la que pueda viajar a otros planetas y la va a descubrir, y entonces todos tendrán felicidad". El último de ellos era un duende que había permanecido en silencio escuchando atentamente cada una de las propuestas de los demás duendes. Analizó cada una de ellas y entonces dijo: "Creo saber dónde ponerla para que realmente nunca la encuentren". Todos voltearon asombrados y preguntaron al unísono: "¿Dónde?". El duende respondió: "La esconderemos dentro de ellos mismos, estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán". Todos estuvieron de acuerdo y desde entonces ha sido así: el hombre se pasa la vida buscando la felicidad sin saber que la trae consigo.